
1ª Semana de Cuaresma – Meditación para Hermandades y Cofradías
Todos somos hermanos en Cristo, ya que tenemos un Padre común. El Señor nos lo dice en el evangelio de San Juan “Mi Padre…vuestro Padre” (Cf. Jn 20, 17).
Sin embargo, a pesar de ser hermanos en nuestras hermandades, no todo es color de rosa, porque siempre hay un hermano o hermana que me cae mal, no lo soporto, no aguanto su comportamiento, su sola presencia me hace sentir mal, me hace daño y por ello no le hablo, lo ignoro, hablo mal de él a sus espaldas, porque, entre otras cosas, creo que se lo merece.
Si este es nuestro caso, ahora es buen momento en esta Cuaresma para cambiar. Tener estos sentimientos hacia el hermano nos alejan de Cristo enormemente, en dirección contraria.
Es lo comento a veces con hermanos y me dicen: ¡¡Pero es que no puedo cambiar!! Si que se puede, tan solo tienes que ponerte en las manos del Señor. Aquí es donde entra el “Amar a los Enemigos” que os propongo para esta primera semana de Cuaresma.
Amar a los enemigos no conlleva directamente ir a besar corriendo al hermano que nos ha hecho daño, pero sí que se sitúa en una escalera de tres peldaños:
- El primero de ellos nos invita a dejar ir el resentimiento hacia el hermano, no aferrarse al odio que le tenemos, intentar perdonar de corazón y rezar por él para que el Señor le ayude a cambiar.
- El segundo implica responder con bondad, hacer el bien sin esperar nada a cambio. Si alguien te ha hecho daño, busca oportunidades para mostrar bondad. Esto puede ser un saludo amable, un gesto de ayuda o simplemente tratar a la persona con respeto. Evitar la venganza, en lugar de devolver mal por mal, elige responder con acciones que promuevan la paz y la reconciliación.
- El tercer escalón sería buscar la reconciliación (cuando sea posible). Si la situación lo permite, intenta dialogar con la persona que te ha lastimado. Expresarle tus sentimientos con honestidad, pero también escucha su perspectiva. La reconciliación no siempre es posible, porque para eso le dio Dios la libertad al hombre, para que escogiera el bien o el mal, aun así, la reconciliación es un ideal hacia el cual trabajar.
Por tanto, hermanos, revisemos nuestra vida y actuemos con los hermanos a los que estamos enfrentados como el Señor quiere de nosotros. Es una tarea preciosa para vivir en esta Cuaresma y no olvidemos lo que Jesús nos dice:
“Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda”
(Mt 5, 23-24)